Me alegra que hayan regresado por aquí. Eso significa que están interesados en la investigación del profesor Héctor Rodríguez. ¿Quieres saber cuál es la pieza considerada como la primera obra dramática de la dramaturgia panameña? Se llamó La política del mundo, y fue escrita por Víctor de la Guardia y Ayala por allá por los 1809.
Les recuerdo que esta investigación no es mía, yo solo la tomé de monografias.com, así que mantengo el texto tal cual allí se encuentra, por lo que la redacción y ortografía, no estoy autorizado a revisar y corregir hasta que pueda contactar al profesor Rodríguez.
La dramaturgia panameña (Parte 2) – Monografias.com
Desde finales del siglo XX, unas corrientes teatrales han puesto en cuestionamiento la importancia de la dramaturgia dentro del espectáculo teatral y así han logrado significativos montajes en donde la palabra dicha y la acción clásica de los personajes son relegadas al sótano. Esto no es nuevo. El nacimiento del teatro fue ritual y al rito le bastan el chamán y los gestos… por ahí, nuevamente, se irán conformando nuevos personajes. En todo caso, lo que le importa a este trabajo es poner en contexto la labor dramatúrgica que se ha dado en Panamá.
La política del mundo (1809), de Víctor de la Guardia y Ayala es nuestra primera pieza dramática...
La política del mundo (1809), de Víctor de la Guardia y Ayala (17721827) es nuestra primera pieza dramática, escrita en verso y de corte neoclásico. Enmarcada en su tiempo, a través de ella, su autor, nombrado por decreto real Alcalde Mayor de Natá y La Villa de Los Santos en 1802[5] ataca la invasión napoleónica a la España de Fernando VII. De la Guardia y Ayala murió en Costa Rica y fue en ese país donde logró publicarse esta obra a principios del siglo XX. De ella ha expresado nuestro historiador de la literatura Rodrigo Miró que:
"…constituye un documento de inapreciable interés, plantea, por un lado, el problema de un posible teatro panameño; nos ofrece, por el otro, un vivo testimonio de la cultura literaria del momento… "[6]
Se sabe, además, que en 1817 de la Guardia y Ayala escribió La reconquista de Granada, obra que, sin embargo, se encuentra perdida y sin constancia de representación alguna. No obstante, para darnos una idea de su probable tema es prudente escuchar a Miró sobre el tema de La política del mundo.
"La política del mundo narra las incidencias que dieron al traste con la república romana y condujeron a la dominación de César. Pero se trata sólo de un recurso literario, porque de la Guardia Ayala alude en verdad a Napoleón, el césar moderno…"[7]
¿Habrá en La reconquista de Granada otra analogía referente a la historia reciente de España? ¿Usará de la Guardia y Ayala el entramado histórico de la capitulación de Boabdil ante los Reyes Católicos para enaltecer nuevamente a la corona española, ahora enfrentada a las luchas emancipadoras? O, tal como había girado su actuación política entonces, ¿defendería la causa libertaria americana? Se sabe que terminó sus días en Costa Rica como presidente de la Convención Nacional Constituyente [8]
Para entender sus razones, bien podemos escuchar a Peter Brook, quien ha dicho:
"En la mayor parte del mundo, el teatro carece de un lugar exacto en la sociedad, de un propósito claro, y sólo existe en fragmentos: un teatro persigue el dinero, otro busca la gloria, éste va en busca de la emoción, aquél de la política, otro busca la diversión."[9]
Es obvio, entonces, que la primera pieza dramática nuestra, ha intentado más que la diversión, la política; más que el dinero, la emoción. Durante el convulso siglo XIX la política enajenó la vida del Istmo [10]La unión a Colombia, luego de la independencia en 1821, nos vinculó de manera tenaz y amarga a aquel país. Se sucedieron repetidas intentonas de separación, todas frustradas. En medio de esta situación política ambigua, no es hasta 1853 cuando reconocemos a nuestro segundo dramaturgo: Tomás Martín Feuillet. Ese año da a las tablas Dios i ayuda, hasta la fecha perdida. En 1876 José María Alemán escribe Amor i suicidio, pieza romántica que en 1990 rescata Roberto McKay en una lectura dramatizada en el Teatro Nacional de Panamá. Al siglo XIX también pertenecen las obras de Federico Escobar: La ley marcial y La hija natural (1885 y 1886, respectivamente). Maximino Walker y Manuel José Hurtado escribieron teatro al final del siglo XIX.
Hasta ahora, ningún historiador de nuestra literatura había considerado a los siguientes escritores como dramaturgos nuestros, bien por desconocimiento de sus obras, bien porque consideraron que algunos de ellos habían nacido fuera de Panamá. Lo cierto es que todos radicaron allí y su obra trató sobre temas nacionales panameños. De tal suerte, mi pesquisa me obliga a reivindicar como parte de nuestro grupo de dramaturgos decimonónicos a Joaquín M. Pérez, Francisco Ortiz, Inés A. Consuegra, Carlos Posada, Juan N. Venero, Francisco Ardila, Alejandro Dutary y Faustino Barañano.
Estos pueden ser nuestros monumentos (más bien, una suerte de fósiles) dramatúrgicos. En realidad no fueron ni grandes ni profundas las obras literarias surgidas de sus plumas. Como se ha dicho, de la Guardia y Ayala era un funcionario más dedicado a la política que a las letras. Su cultura, obtenida en su ciudad natal, Penonomé, no logró el contacto directo con la metrópoli, aun así, es encomiable el producto. Tomás Martín Feuillet, poeta romántico, se ligó a movimientos revolucionarios y murió joven. Todos los otros fueron personas vinculadas al quehacer nacional y el teatro tuvo sólo un valor transversal y agregado. No fueron dramaturgos profesionales.
Para entender el teatro panameño hay que tener en cuenta que, desde el siglo XIX hasta el presente, ha atravesado por etapas muy especiales, de gran contacto con el teatro extranjero, sin enraizar y producir obras importantes. Steiner [11]afirma que los dramaturgos isabelinos violaron todos y cada uno de los preceptos neoclásicos, pero detrás de esa figura, como telón de fondo se encuentra la tradición. En Panamá sólo hemos tenido apenas contactos.
Alemán y Escobar se encuentran situados en el primer momento de contacto: el último cuarto del siglo XIX. No tienen ninguna posibilidad de violar tradición alguna porque no existe. Durante esa época los franceses intentaron construir el Canal de Panamá. En torno a esta empresa, se enmarca una actividad teatral nunca antes experimentada en nuestra tierra. Podría creerse que se hacía teatro para los técnicos y funcionarios franceses, mas los registros históricos nos advierten que el teatro se daba fundamentalmente para las clases acomodadas de Panamá, en castellano. Se trató de un entretenimiento con el que intentaban los patricios panameños parecerse a la contraparte europea que se paseaba por nuestra tierra. Sarah Bernhardt (1844-1923), a quien no le intimidaba el escenario de la Comédie-Française o el de un galpón tropical, no obstante, actuó aquí en 1886, y al parecer también en 1888. Posteriormente, el teatro en el que lo hizo recibió su nombre.
Sarah Bernhardt, fue en el final del siglo XIX y a principios del XX una suerte de super estrella. Sus siete vagones de tren atravesando la Unión Americana así lo demuestran. Su visita, representó para Panamá un corolario, porque aparte de que su estancia en sí lo era, lo cierto es que la Bernhardt representaba el rostro moderno del espectáculo teatral, caminaba en la vereda opuesta al amaneramiento, la ampulosidad y el vació del teatro de su tiempo y que sin duda alguna se veía por nuestros lares.
Si bien el último cuarto del siglo XIX despertó interés en los panameños de teatro, no lo transformó en obras materiales de trascendencia. Steiner ha afirmado:
"…los románticos creían que la vitalidad del teatro era inseparable de la salud del cuerpo político."[12]
Es evidente que casi todo el siglo XIX fue una suerte de interregno en donde la nación panameña no lograba definirse políticamente. Todo lo que sucedía, sin embargo, incidía en nuestra estructura y pensamiento políticos. Era un ser enfermo o en estertores que se debatía entre ser un cuerpo político unitario o una suerte de nueva Venecia, interesada en el comercio per se. Entonces, quizá como hasta el presente, la verdad haya que buscarla en el argumento planteado por Steiner y suponer que la debilidad de nuestro teatro se deba a la falta de robustez de nuestro corpus político.
Fracasada la empresa francesa del canal (1889), comienza la norteamericana, en 1903.
[5] Susto, J. A. "Don Víctor de la Guardia y Ayala.” Revista Lotería, Nº 83, Panamá, abril de 1948. Pág. 5.
[6] Miró, R. “La política del mundo primera manifestación del teatro en nacional”. Revista Lotería Nº 8 3, abril de Pág. 6.
[7] Ídem. Pág. 7.
[8] Conte–Porras, J. Diccionario biográfico ilustrado de Panamá. Litografía e Imprenta LIL, S. A., Costa Rica, 1986. Pág. 70.
[9] Brook, P. El espacio vacío, Ediciones Península, Barcelona, 1973. Pág. 35.
[10] Nombre coloquial que se le dio al Departamento de Panamá durante el período colombiano y que luego de la separación, en 1903, siguió siendo de uso común para designar al país.
[11] Steiner, G. La muerte de la tragedia, Monte Ávila Editores, C.A., Caracas, Venezuela, 1971. Pág. 23.
[12] Ídem. Pág. 93.
En 1912 se construye el Teatro Nacional de Panamá... pero esta era se la contamos en una tercera entrega.