Skip to main content
16 Julio 2023

En busca de la dramaturgia panameña. Primera parte.

Por: Manuel Paz Batista
He reflexionado mucho sobre esta ingescrictura y creo que, antes de continuar, es importante aclarar aquí que esta palabra no está mal escrita ni es un desliz del editor. La palabra ingescricturas es un término que acuñé hace algunos años para definir mi ocupación; me queda muy claro que molesta a los ojos de cualquier corrector de estilo,  pero me gusta el término, así que me aconsejaron definirlo para evitar estravismos y dolores de córneas.
 

Yo me defino como un ingescrictor. ¿Qué es un ingescrictor? Pues es un ingeniero que además es un escritor y a la vez es un actor...

ING (ingeniero) ESCRI (escritor) CTOR (actor)

Así, las ingescricturas vendrían hacer los textos o escritos de un ingescrictor. Como leen, es un simple capricho de este servidor, sin aspiraciones de que la RAE lo acuñe algún día. Es un simple gusto personal.

 

Aclarado el punto, procedo con el objeto principal de este artículo: La Dramaturgia Panameña. ¿Qué es la dramaturgia panameña? ¿qué son dramaturgos panameños? ¿quiénes son los dramaturgos panameños? 
El diccionario de la RAE define dramaturgia como:
  1. f. Conjunto de obras dramáticas de un autor, época o lugar, o escritas en una lengua determinada.
El mismo diccionario define dramaturgo como:
  1. m. y f. Autor de obras dramáticas.
Puedo entonces definir que la dramaturgia panameña es el congunto de obras dramáticas de Panamá y que un dramaturgo panameño es un autor panameño que escribe obras dramáticas. Es decir que yo soy un dramaturgo panameño.

 

En mi afán por investigar más sobre la dramaturgia panameña me encuentré con la barrera más temida para cualquier investigador: la ausencia de información. Les juro que busqué y busqué, pero sin resultados satisfactorios. Después de varios intentos, encontré la ANTOLOGÍA CRÍTICA DE LA DRAMATURGIA PANAMEÑA, escrita por la profesora Alondra Badano, la cual fue un acercamiento genial a este mundo dramatúrgico. La profesora Badano iniciaba su antología con Rogelio Sinán y su Cucarachita Mandinga, pero a mí me faltaba más para atrás, necesitaba más para atrás. Seguí buscando y cuando ya estaba a punto de colgar los guantes, encuentro un escrito publicado en una página web llamada monografías.com, titulado "La dramaturgia panameña", por Héctor Rodriguez; me pareció una joya de información con una gran cantidad de citas bibliográficas. Pero ¿quién es Héctor Rodríguez?

 

Le pregunté a google y me llevó por los caminos cibernéticos de la red al directorio de escritores vivos de Panamá, un sitio propiedad de la Universidad Tecnológica de Panamá, donde me informo que Rodriguez (1955 - ) realizó estudios en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá, en la entonces escuela de Comunicación Social. Desde esos años se dedicó al periodismo cultural y se vinculó al trabajo teatral universitario, primero con el Teatro Taller Universitario, luego con el grupo Los Trashumantes y finalmente dirigió al Teatro Equipo y Teatro Gárgolas. Su formación en el campo teatral la realizó con el maestro Jarl Babot. En 1986 se incorporó al cuerpo docente de la Universidad de Panamá en las facultades de Humanidades, Bellas Artes y finalmente en Comunicación Social. En 1998 culminó un postgrado en Docencia Superior y entre los años 2003 a 2005 realizó una maestría en Producción Audiovisual. Desde 1996 es profesor de tiempo completo de la Universidad de Panamá y en la actualidad es Profesor Titular, llevando las asignaturas de guion y adaptación cinematográfica. También ha sido merecedor en dos oportunidades del Premio Literario «Ricardo Miró». En 1983 con su novela Nickel-Odeon y en 2022, en la sección ensayo, con la obra Los Simpson y la Poscultura o El estanque de Narciso. Su última publicación fue Diégesis y estructura (Editorial Universitaria EUPAN, Panamá, 2022). No he podido contactarlo aún, pero está pendiente una entrevista con este señor que hizo la mejor monografía de  investigación que he encontrado hasta la fecha de la dramaturgia panameña.

 

Como la página donde se subió el artículo a veces la encuentro y otras veces no, me tomé la libertad de copiar su trabajo en varias entregas en esta página con fines meramente educativos y que tengamos una referencia cercana sobre el objeto de nuestro trabajo. Es importante conocer nuestra dramaturgia antes de llamarnos dramaturgos. Disfruten de esta primera parte de cinco más.

La dramaturgia panameña (Parte 1) – Monografias.com

De las artes panameñas, las que mejores frutos han ofrecido son, sin duda alguna, las artes plásticas. Una —sino rica, bien nutrida—, tradición así lo manifiesta, hincando sus raíces en tiempos coloniales, cuando el Hermano Hernando de la Cruz se destacó desde la llamada Escuela Quiteña. La pintura istmeña del siglo XX, luego de festejar la estética anacrónica de Roberto Lewis dejó testimonios incuestionables en la obra de Ivaldi y Jeanine, primero, y luego en las visiones de Silvera, Trujillo, Sinclair, Arboleda y Chong Neto, que desde la década de 1950 habrían sido las luces y colores que nos iluminaron hasta entrado el siglo XXI, cuando ya languidecían las de otros pintores menores que en el último tercio del XX florecieron en la marquesina o en la taquilla.

La poesía fue don nuestro, desde Armas antárticas de Juan de Miramontes Zuazola, poema épico redactado entre 1608 y 1615 y el libro publicado en 1642 Llanto de Panamá a la muerte Enrique Enríquez, compuesto por canciones, sonetos, liras, octavas, décimas, endechas y otras versificaciones en latín y castellano. Sus autores fueron criollos panameños. Desde allí hasta nuestros días hemos versificado a manos llenas.

Sin embargo, en 1933 Roque Javier Laurenza tuvo la valentía de enfrentar la vanidad ya crónica de la nueva república en un paradigmático ensayo en el que salmodió: "los poetas producen y el público aplaude" y arremetió sin piedad contra un signo que sin lugar a duda alcanza a todas las manifestaciones artísticas nuestras:
"Durante los treinta años que llevamos de república nos hemos venido alimentando de halagadoras mentiras hasta construir con ellas una institución nacional… La razón de esta magnanimidad en el otorgamiento de la gloria responda a una profunda necesidad sociológica. Los pueblos en gestación se apresuran siempre a crear sus valores. No se exige mucho para tener relieve en una nación recién nacida y se perdonan demasiadas faltas en la urgencia de las primeras edificaciones… Lo malo es que en Panamá se ha prolongado demasiado esta falsa situación".[1]


Laurenza murió en 1985 y a casi 40 años de ello no podemos abordar la crítica o la historia de nuestras manifestaciones artísticas sin tener, por desgracia, presente aquellos juicios que parecieran escritos para nuestro momento. De allí que al elaborar el panorama de nuestra dramática es preciso que nos guié la prudencia que nos enseña la aguda crítica de Roque Javier. El arte, no es producto de generación espontánea, sino que necesita de una serie de circunstancias sociales que actúen como resorte y le impulsen. Estas circunstancias las preveía Laurenza, pero ese impulso debe estar cargado de contenido que cuestione, o al menos, evalúe a la sociedad donde se da y ser él mismo una forma que aporte belleza.


"El arte —ha expresado Tennessee Williams— sólo es anarquía en yuxtaposición con la sociedad organizada, se opone al tipo de orden en que, al parecer, debe basarse la sociedad organizada. Es una anarquía beneficiosa: debe serlo, y si es verdadero arte, lo es. Es beneficiosa en el sentido que construye algo que faltaba, y lo que construye puede ser simplemente la crítica de lo que existe".[2]


No creo que nuestro teatro haya podido acceder a este estado de anarquía, aunque, observando estrictamente a Williams, ni aún nuestras artes plásticas lo han logrado. El teatro, no obstante, sin haber pasado desapercibido tampoco, en contraste, se encuentra atrasado y no creo que haya brindado trabajos producto de la genialidad. En este sentido, es especialmente significativa la dramaturgia. 


Patrice Pavis realiza un minucioso examen sobre el tema y separa algunas consideraciones que presumo especialmente importantes para darle coherencia a este estudio:
"La dramaturgia —explica—, en su sentido más general es la técnica… del arte dramático que busca establecer los principios de construcción de la obra, ya sea inductivamente, a partir de ejemplos concretos, o deductivamente, a partir de un sistema de principios abstractos. Esta noción presupone la existencia de un conjunto de reglas específicamente teatrales cuyo conocimiento es indispensable para escribir una obra y analizarla correctamente."[3]


En lo que a este trabajo concierne, de lo anterior es importante establecer que nuestros autores, casi en su totalidad, pertenecen al grupo de escritores inductivos que desconocen las reglas abstractas para la construcción de textos dramáticos. Por otra parte, es conveniente que se tenga en cuenta otro de los asuntos que destaca Pavis:


"La dramaturgia examina exclusivamente el trabajo de autor sin preocuparse directamente por la realización escénica del espectáculo; esto explica cierta desafección de la crítica actual por esta disciplina, al menos en su sentido tradicional."[4]

[1] Laurenza, R.J. "Los poetas de la generación republicana.” Revista Lotería, Nº 348-349, Panamá, marzo-abril de 1985. Pág.
139 y ss.

[2] Williams, T. Piezas cortas, Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1984. Pág. 8.

[3] Pavis, P. Diccionario del teatro. Dramaturgia, estética, semiología. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. España, 1983. Pág. 155 y ss.

[4] Ídem. Pág. 156.

¿Quieres saber cuál es la pieza considerada como la primera obra dramática de la dramaturgia panameña? No te pierdas la Segunda Parte...

 


Sobre Manuel Paz Batista

Ingeniero Civil de profesión. Inicia como actor en el año 2001 con la comedia Julia la mentirosa para ABA Producciones Artísticas. En el 2002 escribe su primera obra de teatro infantil, La princesa y la estrella, renombrada luego como El regalo prometido. Ha participado como actor, tanto en teatro como en televisión, en más de 50 proyectos y ha escrito alrededor de 50 textos para teatro. Ha tomado talleres con José Sanchis Sinisterra (ES), Jorge Arroyo (CR), Edgar Soberón Torchia (PA), Diego Aramburo (BO) y Antonio Rojano (ES). Fue representante de Panamá en la sección de dramaturgia para Proyecto Carromato en el 2006 y en el 2018 para Iberescena. Ganador del Premio Escena por "Mejor Obra de Teatro Adaptada" en varias ocasiones. Ganador en el 2017 del Premio Ricardo Miró en la Sección Teatro con su obra Autopsia psicológica. Fue invitado a participar en el primer volumen de Cuadernos de Dramaturgia Centroamericana, representando a Panamá con su obra 1989 noches oscuras, y recientemente acaba de ganar la oportunidad de montar su obra Grande en Bogotá, Colombia, en 2022. Su cortometraje Pa eso estamos ha sido seleccionado en varios festivales internacionales, logrando varios premios y su 1989 Noches oscuras ha sido montada recientemente en Tel Aviv, Israel en mayo de 2023. Es el profesor de Teatro de varios colegios de la ciudad de Panamá y es miembro de la Academia Panameña de Literatura Infantil con quienes ha publicado su cuento Destronconando al duende, antologado en el libro Cuentos y leyendas panameñas, (2022). Actualmente promociona su "Fitness dramatúrgico para ejercitar las ideas", un taller orientado a todo aquel que quiera empezar a escribir.